Blanca Valdívia
Socióloga i membre del col·lectiu Punt 6
Tradicionalmente los entornos urbanos se han concebido a partir de la dicotomía público-privado. El espacio público era el lugar de la vida económica, política y cultural, y estaba vinculado a los hombres, mientras que los espacios privados eran el ámbito de la reproducción y los cuidados, y eran el espacio asignado a las mujeres.
La asignación de espacios y tareas se basa en un orden social y económico, capitalista y patriarcal, que ha llevado a que determinadas actividades sean consideradas socialmente más importantes, jerarquizando unas actividades y usos frente a otros, dedicándoles más espacio, mejores localizaciones y conectividad.
La planificación urbana se ha basado en esta dicotomía de lo público y lo privado, invisibilizando el papel histórico de las mujeres en el ámbito público e ignorando las actividades de cuidados que se hacen en el ámbito privado. Por esta razón, el espacio urbano actual no proporciona las condiciones físicas y materiales necesarias para los cuidados.
Los cuidados son imprescindibles para la reproducción social. Por lo tanto es fundamental romper con la responsabilidad individual, que en la mayoría de los casos es asumida por mujeres, sin remuneración económica o con condiciones laborales muy precarias, y que comience a ser una responsabilidad social compartida. Para acabar con las desigualdades sociales y económicas es imprescindible un cambio estructural de paradigma, basado en lo que las economistas feministas definen como la sostenibilidad de la vida.
Nuestra propuesta de cambio de paradigma urbano se concreta en el modelo de la ciudad cuidadora, con ciudades que nos cuiden, que cuiden nuestro entorno, nos dejen cuidarnos y nos permitan cuidar a otras personas. Este nuevo modelo urbano ubica a las personas en el centro de las decisiones, teniendo en cuenta la diversidad de experiencias y rompiendo con la estandarización de sujetos, cuerpos, vivencias y deseos. Busca que los espacios estén adaptados a las diferentes necesidades de las personas y no que las personas se adapten a las condiciones del espacio.
En una ciudad que te cuida los espacios públicos trasmiten percepción de seguridad porque están bien señalizados e iluminados, hay gente alrededor que pueda ayudarte, son visibles, vitales y promueven el apoyo mutuo, por lo que cualquier persona puede caminar tranquila por la calle a cualquier hora del día sin temor a que le acosen o le agredan.
En este modelo urbano las personas viandantes son las protagonistas, rompiendo con el dominio de los vehículos motorizados que producen altos índices de contaminación, accidentes e inseguridad vial para muchas personas. Se prioriza una red de transporte público accesible, física y económicamente, que conecta con una amplia red peatonal y con diferentes espacios, en una variedad de franjas horarias, con espacios de espera seguros.
Las vecinas no son expulsadas de sus barrios por contratos de alquiler abusivos, la especulación y las regulaciones que solo protegen la propiedad, permitiendo el acceso a una vivienda digna en condiciones económicas justas.
Un paradigma urbano que tiene en cuenta la diversidad y los cuidados asume que las personas somos funcionalmente diversas, que a veces estamos enfermas, tenemos dolores crónicos y que pasamos por diferentes etapas en el ciclo vital que hacen que no encajemos con unos ritmos y niveles de productividad impuestos y que generan frustraciones, miedos y merman nuestra autonomía a la hora de disfrutar la ciudad.
Una ciudad que te permite cuidarte valora el autocuidado. La falta de tiempo propio es una de las principales carencias para las mujeres y las personas cuidadoras. Tener servicios y equipamientos de proximidad favorece que invirtamos menos tiempo en desplazamientos. Te proporciona espacios equipados para el ocio y la diversidad de prácticas deportivas. Favorece las relaciones interpersonales en espacios públicos exteriores o cubiertos de las inclemencias meteorológicas sin tener que acudir a espacios privativos. Fomenta la autonomía de todas las personas asegurando unas condiciones físicas adecuadas. Esta ciudad también ofrece espacios para la participación política sin que esté instrumentalizada por los entes políticos.
Una ciudad que te permita cuidar de otras personas considera la interdepencia y la vulnerabilidad como condiciones innatas, ya que todas las personas necesitamos cuidados. Es fundamental la creación y adecuación de espacios públicos con elementos que proporcionen un apoyo a los cuidados: bancos, fuentes, mesas, sombras, baños públicos, espacios de guardado para poder conectar diferentes actividades, así como con equipamientos y servicios próximos que apoyen las actividades.
Una ciudad que cuida del entorno equilibra los flujos entre la población residente y la población fluctuante por los flujos turísticos. La vegetación urbana es continua, autóctona y diversa en cuanto a especies, pero también en cuanto a tipos (árboles, matorrales, aromáticas, arbustos…) No consume recursos territoriales, energéticos y ambientales sin límite. Intenta minimizar los residuos que produce y promueve acciones para limpiar el aire y el agua de la ciudad. Impulsa estrategias para el aprovechamiento de los recursos existentes, utilizando equipamientos y espacios infrautilizados y priorizando la rehabilitación y la cesión de edificios y espacios.
Es necesario dejar de producir espacios desde una lógica productivista, social y políticamente restrictiva, y empezar a pensar en entornos que prioricen a las personas que los van a utilizar, cambiando de manera radical el orden de las prioridades a la hora de pensar los espacios y los tiempos en la ciudad. Cambiar las ciudades, sobre los pilares de ciudad cuidadora, para transformarlo todo.